Santa María del Mar



Pasear por el barrio de la Ribera y el Born de Barcelona sin entrar y cruzar Santa María del Mar o "La Catedral del Mar,", como es conocida en la actualidad gracias a la novela de Ildefonso Falcones, me resulta casi imposible.

Su belleza interior y libertad me atraen por un igual, su llamado gotico catalán, sobrio, grande, desnudo de florituras nos muestra la armónica belleza de su interior elevándose a los cielos o acercándose a su Dios, en su homenaje.

Según cuentan, su sobria belleza desnuda fue motivada por los escasos recursos económicos de la gente del barrio y los gremios agrupados de la Ribera que iniciaron y financiaron su construcción (1329 - 1383) y no al ideal de belleza de sus arquitectos. La incivil guerra Española (1936 - 1939) también contribuyó con un salvaje incendio y expolio que limpio de inútiles adornos barrocos y de otras épocas, desnudando y mostrando su belleza original que hoy podemos contemplar y disfrutar.

Las pinturas que lucen su cielo o bóvedas de crucería centrales, fuerón restauradas en la década de 1980, son una copia fiel de los dibujos y colorido que lucieron en su origen.

Su restaurador, un amigo, que siempre agradeceré el permitirnos contemplar y acariciar sus piedras y pinturas desde la altura del andamio utilizado para la recuperación de su sencilla belleza original.

De rodillas, tendidos, impresionados, admirando los restos de las pinturas que las capas de cal dejaban mostrar y que el hombre impuso en su empeño de limpiar el templo de restos de epidemias de peste y cólera que por aquellos tiempos asolaron Europa y la ciudad Condal.

Desde su altura volvimos la mirada al rosetón, las vidrieras, los pies, el suelo, de la Catedral del Mar, impresionados, emocionados. Mi amigo el restaurador nos dijo:

- Se cuenta, se dice que la belleza y la grandeza que el templo muestra al hombre al mirar, al cielo, a sus alturas, es para recordarles su propia pequeñez, ante la grandeza y la belleza de su Dios, creador y justiciero.

Desde el cielo o las alturas del templo, Dios  mira o debería, y se le muestra a Él la belleza que el hombre ha realizado en señal de su gloria y de respeto hacia el ser que según dicen y cuentan lo ha creado en imagen y semejanza suya.

¡Tanta belleza! Respeta al hombre, ¡Señor respeta!

Santa María del Mar, se puede visitar y cruzar en libertad, sin pagos, en casi todas las horas del día, como en muy pocas o ninguna catedral.

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