Cuentos que no son cuentos ... XI

Paso el tiempo y volvió negra la realidad, sin el jornal de mi hombre y el poco y mal que daba la tierra, la poca que nos dejaron tener los Ingleses, que yo con cuatro zagales no podía ni sabía cuidar.
Mi Frasquito trabajaba de pastor y algo le daban, y en la finca de "la huerta", la que llevaban "los Rulas" y eran dueños los Ingleses, me tenían a mi Juan como mozo para todo, de pagar no le pagaban o una miseria le daban, ¡conozco bien el percal!, pero de comer si le daban, que un poco nos ayudaba.

No se de quien fue la idea de bajar los días de mercadillo en Águilas y el vender lo poco de bueno que nos dejaba la tierra, junto los conejos, los huevos y las verduras.
Me acostumbre a levantarme al amanecer y llegar temprano al mercadillo de Águilas, a lomo o junto a Jazmín y con las alforjas llenas y al volver vacías, yo contenta y con mi dinero escondido entre mis sallas, no me fueran a robar, que siempre mala gente hubo y muy amigas de lo ajeno.

Busqué la compañía de comadres o vecinos, pero tuve algún disgusto, a ser joven, viuda y bonica. Yo pronto lo comprendí y le pedí al "Rulas" el de la huerta, el llevarme mi zagal, mi Juan, en los días de mercado, el cabrón me respondió "de acuerdo, yo le bajaré el jornal". La cosa me resultó, al ser tímido y bonico, la gente le preguntaba " ... y que vendes tú, angelico".

Por un tiempo nos fue bien o casi bien, pero pronto los conejos no parían, los huevos menguaban, las gallinas no ponían o se morían o quizá no las cuidamos, el huerto no producía, al no regarlo y cuidarlo en tiempos que requería, quizá yo lo descuidé y mis zagales también, unos porque trabajaban y los otros por ser chicos.

Esos fueron tiempos malos, en echar en falta al "Corro", su gracia, su compañía y su jornal y el que siempre me decía "Anica, Anitica, el campo lo has de cuidar, que siempre te dará pan"
¡Que buena razón tenía!

Un día Manuela la del colmado, se me vino a despedir. Abandonaba el colmado, en el que todo se vende. Sin las minas no podía subsistir, al abrazarme me dijo "Anica me marcho hacia Mazarron, que es donde yo nací y recuerda que en mí tienes a una hermana. Yo al "corro" siempre lo quise, pero no menos a ti."

¡Como lloramos juntas! Recordando los tiempos en que celos le tenía. Besó y abrazó a los zagales, tomó el camino despacio, llorando, sin volver la vista atrás y solo de cuando en cuando levantó la mano al aire, como saludando.

Recuerdo su maldición "Malditas sean las minas, los ingleses y la madre que los parió".

Pronto el vender terminó, al no tener el con que, lo mismo que la amistad y el comadreo, que miedo da compartir cuando se tiene tan poco, que es muy mala la miseria.

Jazmín, la mula, la tuvimos que vender con dolor de mis zagales, ¡lo primero era comer!. El "Rulas" el de la huerta, me la compró por cuatro perras malditas, como el que te hace un favor, la mula, seguro, mejor cuidada estaría y al estar mi Juan de mozo también compañía tendría.

La "pelín" y Martín Sancho, los compadres, ellos siempre me ayudaron con amistad, con dinero y con algo de comer, la "pelín" siempre discreta decía "Al gustarme cocinar y en casa solo ser dos, no me puedo yo lucir y os traigo solo una miaja, para que opinéis vosotros".


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